Una Vida Robada
Una Vida Robada
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Author(s): Dugard, Jaycee
ISBN No.: 9781451675375
Pages: 320
Year: 201201
Format: Trade Paper
Price: $ 27.59
Dispatch delay: Dispatched between 7 to 15 days
Status: Available

Introducción ¡Dejemos una cosa en claro! Mi nombre es Jaycee Lee Dugard. Fui secuestrada por un desconocido a los once años. Durante los siguientes dieciocho años, me tuvieron en el patio trasero y no me permitieron decir mi propio nombre. Lo que sigue será mi historia personal de cómo un fatídico día en junio de 1991 me cambió la vida para siempre. Decidí escribir este libro por dos razones. Una es que Phillip Garrido cree que nadie debería enterarse de lo que le hizo a una niña de once años. a mí. También cree que no es responsable de sus acciones.


Yo creo algo diferente. Yo creo que todos deben saber exactamente lo que él y su esposa Nancy hicieron todos esos años en su patio trasero. Yo creo que no debo estar avergonzada por lo que me ocurrió, y quiero que Phillip Garrido sepa que ya no tengo que guardar su secreto. Y que definitivamente es responsable de haberme robado mi vida y la vida que debería haber tenido junto a mi familia. También escribo mi historia con la esperanza de que le brinde ayuda a alguien que esté pasando por circunstancias que espero no sean similares a las mías, pero que esté atravesando un momento difícil, sea cual fuere. Es fácil que la gente se horrorice y asombre cuando alguien es secuestrado, pero ¿qué de todos los otros adultos y niños viviendo en hogares tristes? Mi meta es inspirar a que la gente hable cuando observe que algo no está del todo bien a su alrededor. Vivimos en un mundo donde rara vez hablamos de estos asuntos, y cuando alguien lo hace, a menudo no hay nadie que lo escuche. Mi esperanza es que la sociedad cambie en cuanto a cómo tratamos a alguien que se anima a hablar.


Sé que no soy la única niña que ha sido herida por un adulto desequilibrado. Estoy segura de que sigue habiendo familias que se ven bien por fuera, pero si alguien hurgara un poco, descubrirían horrores increíbles. Para muchos es tanto más fácil vivir en un "patio trasero" imaginario, que puede ser duro y dar miedo atreverse a salir y dejar atrás esa zona cómoda y reconfortante. Pero vale tanto la pena. Podrías estar salvando a una persona o a una familia que no puede salvarse a sí misma. Toma mi caso como ejemplo: dos policías de Berkeley vieron algo fuera de lugar y se animaron a decir algo. Aunque se hubieran equivocado, de igual manera hicieron bien en hablar. Les estaré por siempre agradecida por hacer lo que yo no podía hacer por mí misma.


En aquel entonces, era una lucha vivir un día, pero ahora espero cada día y el que viene con ganas. Luego de dieciocho años de vivir con un estrés tremendo, crueldad, soledad, repetición y aburrimiento, cada día ahora trae un nuevo reto y una experiencia de la cual aprender que anhelo vivir. Con lo que escribo, espero comunicar que puedes sobrellevar situaciones duras y sobrevivir. No solo sobrevivir, sino también estar bien por dentro. No sé bien cómo logré soportar todo lo que viví. Me lo pregunto menos y menos con cada día que pasa. Solía pensar que quizá la persona leyendo esto encontraría la respuesta por mí, pero comienzo a darme cuenta de que secretamente la he tenido siempre. Pregúntate: "¿Qué harías para sobrevivir?".


Mi situación fue única, y no puedo ni comenzar a imaginarme lo que otros están viviendo día a día. Puedes sobrevivir situaciones duras, eso es todo lo que puedo decir. Yo lo hice. La historia nos ha enseñado que hasta cuando parece no haber esperanza, la esperanza sigue viviendo en los corazones de las personas. T. S. Eliot una vez escribió: "Le dije a mi alma, sosiégate y espera sin esperanza; pues la esperanza sería esperanza por algo equivocado". Mi confianza y esperanza, en efecto, fueron depositadas en las personas equivocadas, pero de todas maneras siguió viva.


Tengo tanta suerte y estoy tan bendecida por todas las cosas maravillosas que sí tengo. La vida es demasiado corta para pensar en todo lo que no tienes. Yo tuve a mis niñas que me brindaron fuerza y a mis gatos que me mantenían calentita durante la noche y, quizá muy adentro, una leve esperanza de ver a mi mamá otra vez. Aunque sea una sola cosa o persona por la que estés agradecido, eso es suficiente. Sí, creo que soy afortunada. No podría haber pasado por mi terrible experiencia sin creer que algún día mi vida tendría sentido. La aventura de la vida es importante. Es importante vivir cada día a todo dar, sin importar qué te da la vida.


© 2011 de Luna Lee, inc. El secuestro Es una mañana escolar como cualquier otra. Me desperté temprano esta mañana del 10 de junio de 1991. Estoy esperando que mi mamá pase por mi cuarto antes de irse al trabajo y me salude con un beso. La noche anterior me aseguré de recordarle que me diera un beso antes de irse. Mientras estoy en la cama esperando, escucho la puerta de entrada cerrándose. Se ha ido. Se ha olvidado.


Supongo que siempre queda esta noche cuando vuelva del trabajo para darle un beso y abrazo. Pero le voy a recordar que esta mañana se olvidó. Me quedo en cama por otro rato más hasta que mi despertador me dice que es hora de levantarse. Espero unos cinco minutos más y me obligo a pararme. Me doy cuenta de que me falta el anillo que había comprado en la feria artesanal el día anterior. ¡Caramba! Tenía muchas ganas de ponérmelo hoy para ir a la escuela. Busco alrededor de mi cama en vano. Si pierdo más tiempo, llegaré tarde al autobús y entonces Carl, mi padrastro, se enojará conmigo y entonces le tendría que pedir que me lleve.


Ya piensa que siempre hago un lío de todo; no quiero darle otra excusa para no caerle bien. A veces siento que sólo está esperando encontrar otra razón para deshacerse de mí otra vez. Abandono mi búsqueda y decido ponerme el anillo que me dio mi mamá hace cuatro años cuando cumplí siete años, antes de que conociera a Carl. Mi dedo de once años ya es demasiado grande para el anillo, así que no lo uso muy a menudo. Es de plata, muy pequeño y delicado, con forma de mariposa que hace juego con el lunar en la parte interior de mi brazo derecho casi al nivel de mi codo. El anillo también tiene un diamantito diminuto en el centro de la mariposa. Trato de ponérmelo, pero me queda muy ajustado en el dedo que lo solía usar, así que me lo pongo en el dedo meñique donde se siente mejor. Termino de vestirme.


Decido usar mis calzas rosadas y mi camisa favorita con un gatito. Parece que hace frío afuera, así que me pongo mi impermeable rosado. Luego cruzo el pasillo y me asomo al cuarto de mi hermanita. Anoche mi mamá estaba doblando ropa en el cuarto de la bebita y yo la estaba medio ayudando mientras me recostaba sobre la cama. Utilicé el tiempo para tratar de convencer a mi mamá de lo mucho que necesitaba un perro; supongo que yo estaba un poco fastidiosa porque ella repetía una y otra vez "No". Es que realmente deseaba mi propio perro. Hay cachorros en nuestra cuadra y cada vez que puedo, voy y los acaricio por entre las rejas. No sé por qué no puedo tener uno.


El otro día tuve que escribir un ensayo en la escuela sobre "Si tuviera un solo deseo". Mi deseo era mi propio perro. Lo llamaría Buddy, y me seguiría por todas partes y haría trucos y me amaría a mí más que a nadie. Realmente espero que mi mamá me deje tener un perro algún día. Anoche le enseñé un truco nuevo a mi hermanita de dieciocho meses. Le enseñé cómo saltar súper alto en su cuna. La hizo reír tanto. Me encanta hacerla reír.


Ya está casi lista para comenzar a salirse de su cuna sola, creo. Me asomo y veo que sigue durmiendo, así que me alejo silenciosamente. Me siento un poco mal del estómago esta mañana y brevemente considero decirle a Carl que no me siento bien y que no puedo ir a la escuela hoy, pero cambio de parecer para evitar una discusión. La verdad es que en realidad no quiero quedarme todo el día encerrada en casa con él. En general me gusta la idea de ir a la escuela porque me brinda tiempo lejos de todas sus críticas. Quizá desayunar ayude a que mi pancita se sienta mejor. Voy a la cocina para hacerme el almuerzo y el desayuno. Decido comer avena instantánea con sabor a durazno y crema.


El reloj del microondas dice 6:30. Sé que debo salir pronto para llegar a tomarme el autobús. Rápidamente como la avena. Estoy contenta de que Carl no esté aquí observándome mientras engullo mi avena. Él piensa que mi comportamiento en la mesa es atroz y aprovecha cada oportunidad para hacérmelo saber. Una vez no le gustó la manera en que estaba comiendo mi cena, entonces me hizo ir al baño y sentarme frente al espejo para poder verme a mí misma comiendo. Creo que nunca le haría hacer eso a un hijo mío si fuera yo. Lo que no entiendo es por qué no le caigo bien.


Me hago un sándwich de manteca de maní y mermelada para mi almuerzo y le agrego una manzana y un jugo, y me fijo una vez más si Shayna está despierta, pero no lo está, así que debo marcharme sin decirle adiós. No he visto a Carl durante toda la mañana. Pienso que debe estar afuera porque no está adentro, como de costumbre, viendo la tele. Veo a mi gato Monkey afuera en la terraza. Mi abuela Ninny me lo regaló antes de que nos fuéramos a Tahoe. Monkey es un Manx negro, lo cual quiere decir que no tiene cola. Yo lo quería llamar Sapphire* porque tenía los ojos súper azules, pero Carl pensó que ese era un nombre tonto y lo empezó a llamar Monkey+. Al principio me enojé muchísimo y lo llamaba Sapphire cada vez que podía, pero ahora que ha crecido, el nombre Sapphire realmente no le va bien, y ahora yo también lo llamo Monkey.


Es interesante cómo uno se puede acostumbrar a las cosas. Monkey en general se queda afuera, pero a la noche lo dejo entrar y duerme conmigo. No me gusta dejarlo afuera a la noche porque a Bridget, la gata de mi mamá, se la comió un animal salvaje luego de mudarnos aquí a Tahoe. Fue horrible. La habíamos est.


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